María Fernanda Parra es una linda mujer que reitera la suave letra compuesta por Pablo Castellanos, especialmente en el verso de Mujer Merideña, en donde indica que la suave caricia de la sierra se acerca hasta un rostro puro y virginal, aunque en este caso se le puede sumar el calificativo de sublime.
María Fernanda Parra es una guerrera de fina estampa en cuya fisonomía lleva grabado sus orígenes, de una simpatía increíble y en ella hay una cálida predisposición de recibir a cualquiera y de encender las luces con su sólo presencia.
María Fernanda es una mujer que no teme calzarse en sus zapatos de goma y recorrer la geografía de la ciudad de Caracas en busca de sus sueños y con ello comienza a marcar los caracteres que van confeccionando su historia, un legado que nace de cada uno de sus respiros, de su intensidad a la hora de hacer las cosas, siempre con la fina y mística elegancia de un hada.
Nació en Timotes, un hermoso lugar entre las ciudades de Valera y Mérida, pero que pertenece a la entidad del pico Bolívar, desde pequeña quiso ser actriz y sintió ese llamado desde que tenía uso de razón.
Comenta que su madre siempre le ha comentado que desde niña fue amiga de las cámaras y de las personas, y ella asegura que en su caso sale a relucir este sabio adagio del saber popular que dice “lo que es del cura, va para la iglesia”.
Ella es una mujer que ha tomado por sorpresa a los lectores de varios diarios de circulación nacional, pues su incuestionable belleza ha tomado por asalto a pupilas ajenas. María Fernanda es una mezcla de talentos, un valor en ascenso en las tablas y un pronóstico de estrellato del país.
A su juicio cada medio en que se trabaja es maravilloso, pero decanta su amor por el teatro, donde en cada función se viste de nuevas pieles ante situaciones siempre distintas, y en los ensayos, entre los actores, encuentra una verdadera familia. En las tablas se puede aprender tantas cosas, desde los procesos de cada artista hasta el diseñador en la cabina, también en él se da la oportunidad de vestirse de ilusionista y crear una gama de personajes increíbles, llenos de vida, acota.
La obra en que está participando es Ajedrez, un cuento infantil, un proyecto de Armando Astudillo y Raquel Dugarte, en el cual se le enseña a los más pequeños a incursionar en el mundo de este juego estrategia, donde se pone sobre el tablero una serie de valores familiares, mientras se aprende el movimiento de cada una de las piezas de este milenario deporte.
Su cronograma no se detiene y tiene en mente incursionar al cine, especialmente en cortometrajes, de los cuales no quiere soltar prenda, y cuando los tenga confirmados los anunciará para compartir con el mundo esos proyectos.
Esta bella actriz ha formado parte de una de las obras de teatro más exitosas en tiempos recientes, como es el caso de Oh Caracas, la cual cataloga como la más maravillosa e increíble experiencia, ya que fue su primera obra profesional y la segunda que hacía en las tablas, en la misma tuvo oportunidad de trabajar con personas a las cuales califica de excepcionales, como amigos y maestros.
Como era la menor del elenco, era la consentida, aunque muchas veces la ponía a prueba buscando mejorar cada aspecto de su interpretación, pero la verdad, es que María Fernanda Parra hizo un gran papel en esta obra.
De hecho el papel más difícil que le ha tocado hacer es de la Venus del Nilo, una rol que era el que abría la obra, el más experimentado de todas las estatuas presentes e irónicamente era escenificado por la actriz más joven del elenco, pero gracias a las indicaciones del director Rodolfo Drago y el apoyo de sus compañeros, todo salió a la perfección.
Si su vida fuera un libro asegura que su portada sería el rostro de una niña y el título sería color rosa, porque no tiene nada de lo que quejarse en su vida.
María Fernanda es como una caja de Pandora, pero en vez de demonios, trae todo tipo de criaturas mágicas y por lo mismo es un estuche de sorpresas, y se balancea entre actividades tan diferentes como la poesía y el boxeo, con la gracia de un bailarín de Ballet Clásico.
Para ella su adición a los chocolates no puede pasar desapercibida, y las personas que se han topado con ella, coinciden que aparte de eso, algo que no puede ocultar es su bella sonrisa y su personalidad por demás espectacular.
En sus ratos libres, le gusta ir a los parques, o a la montaña más cercana y desde ese entorno escribir sus letras, sus poemas, e hilvanar en el lienzo fragmentos de pensamientos, ideas, anhelos y deseos, en su caligrafía.
Esta mujer de exquisitos toques, que pareciera ser pintada por algún maestro de la pintura, expresa que gustaría vestirse en la piel de Cleopatra o de Gatubela, porque son dos mujeres muy sensuales y siempre le ha gustado esos perfiles para desdoblarse como actriz.
Le gustaría conseguir el papel de Rojo en la nueva obra de Marcos Purroy Lobo, porque es un bello personaje enmarcado en una maravillosa historia.
En los pies de María Fernanda abunda la prisa y la calma, mezcladas en una fascinante ecuación, se levanta temprano para ir a su universidad, regresa a toda máquina para el almuerzo, se salta el orden y degusta el postre primero que el plato fuerte, si tiene función llega lo más temprano que puede al teatro para hacer el calentamiento pertinente y prepararse para el reto de la jornada.
Cuando puede cede a su fanatismo por el cine y los deportes, así que va a ver sus películas favoritas en la cartelera o va a los juegos o sencillamente los presencia en la caja chica. Considera que su vida es normal, aunque siempre los personajes que interpreta están presentes, porque es toda una profesional del teatro.
María Fernanda Parra es una mujer encantadora, con una galería de sonrisas y ocurrencias dignas de inmortalizar, un sueño hecho persona, el mejor de todos los personajes que se pudieran haber inventado, ella es única, una guerrera de fina estampa, una hermosa mujer merideña.
María Fernanda Parra es una guerrera de fina estampa en cuya fisonomía lleva grabado sus orígenes, de una simpatía increíble y en ella hay una cálida predisposición de recibir a cualquiera y de encender las luces con su sólo presencia.
María Fernanda es una mujer que no teme calzarse en sus zapatos de goma y recorrer la geografía de la ciudad de Caracas en busca de sus sueños y con ello comienza a marcar los caracteres que van confeccionando su historia, un legado que nace de cada uno de sus respiros, de su intensidad a la hora de hacer las cosas, siempre con la fina y mística elegancia de un hada.
Nació en Timotes, un hermoso lugar entre las ciudades de Valera y Mérida, pero que pertenece a la entidad del pico Bolívar, desde pequeña quiso ser actriz y sintió ese llamado desde que tenía uso de razón.
Comenta que su madre siempre le ha comentado que desde niña fue amiga de las cámaras y de las personas, y ella asegura que en su caso sale a relucir este sabio adagio del saber popular que dice “lo que es del cura, va para la iglesia”.
Ella es una mujer que ha tomado por sorpresa a los lectores de varios diarios de circulación nacional, pues su incuestionable belleza ha tomado por asalto a pupilas ajenas. María Fernanda es una mezcla de talentos, un valor en ascenso en las tablas y un pronóstico de estrellato del país.
A su juicio cada medio en que se trabaja es maravilloso, pero decanta su amor por el teatro, donde en cada función se viste de nuevas pieles ante situaciones siempre distintas, y en los ensayos, entre los actores, encuentra una verdadera familia. En las tablas se puede aprender tantas cosas, desde los procesos de cada artista hasta el diseñador en la cabina, también en él se da la oportunidad de vestirse de ilusionista y crear una gama de personajes increíbles, llenos de vida, acota.
La obra en que está participando es Ajedrez, un cuento infantil, un proyecto de Armando Astudillo y Raquel Dugarte, en el cual se le enseña a los más pequeños a incursionar en el mundo de este juego estrategia, donde se pone sobre el tablero una serie de valores familiares, mientras se aprende el movimiento de cada una de las piezas de este milenario deporte.
Su cronograma no se detiene y tiene en mente incursionar al cine, especialmente en cortometrajes, de los cuales no quiere soltar prenda, y cuando los tenga confirmados los anunciará para compartir con el mundo esos proyectos.
Esta bella actriz ha formado parte de una de las obras de teatro más exitosas en tiempos recientes, como es el caso de Oh Caracas, la cual cataloga como la más maravillosa e increíble experiencia, ya que fue su primera obra profesional y la segunda que hacía en las tablas, en la misma tuvo oportunidad de trabajar con personas a las cuales califica de excepcionales, como amigos y maestros.
Como era la menor del elenco, era la consentida, aunque muchas veces la ponía a prueba buscando mejorar cada aspecto de su interpretación, pero la verdad, es que María Fernanda Parra hizo un gran papel en esta obra.
De hecho el papel más difícil que le ha tocado hacer es de la Venus del Nilo, una rol que era el que abría la obra, el más experimentado de todas las estatuas presentes e irónicamente era escenificado por la actriz más joven del elenco, pero gracias a las indicaciones del director Rodolfo Drago y el apoyo de sus compañeros, todo salió a la perfección.
Si su vida fuera un libro asegura que su portada sería el rostro de una niña y el título sería color rosa, porque no tiene nada de lo que quejarse en su vida.
María Fernanda es como una caja de Pandora, pero en vez de demonios, trae todo tipo de criaturas mágicas y por lo mismo es un estuche de sorpresas, y se balancea entre actividades tan diferentes como la poesía y el boxeo, con la gracia de un bailarín de Ballet Clásico.
Para ella su adición a los chocolates no puede pasar desapercibida, y las personas que se han topado con ella, coinciden que aparte de eso, algo que no puede ocultar es su bella sonrisa y su personalidad por demás espectacular.
En sus ratos libres, le gusta ir a los parques, o a la montaña más cercana y desde ese entorno escribir sus letras, sus poemas, e hilvanar en el lienzo fragmentos de pensamientos, ideas, anhelos y deseos, en su caligrafía.
Esta mujer de exquisitos toques, que pareciera ser pintada por algún maestro de la pintura, expresa que gustaría vestirse en la piel de Cleopatra o de Gatubela, porque son dos mujeres muy sensuales y siempre le ha gustado esos perfiles para desdoblarse como actriz.
Le gustaría conseguir el papel de Rojo en la nueva obra de Marcos Purroy Lobo, porque es un bello personaje enmarcado en una maravillosa historia.
En los pies de María Fernanda abunda la prisa y la calma, mezcladas en una fascinante ecuación, se levanta temprano para ir a su universidad, regresa a toda máquina para el almuerzo, se salta el orden y degusta el postre primero que el plato fuerte, si tiene función llega lo más temprano que puede al teatro para hacer el calentamiento pertinente y prepararse para el reto de la jornada.
Cuando puede cede a su fanatismo por el cine y los deportes, así que va a ver sus películas favoritas en la cartelera o va a los juegos o sencillamente los presencia en la caja chica. Considera que su vida es normal, aunque siempre los personajes que interpreta están presentes, porque es toda una profesional del teatro.
María Fernanda Parra es una mujer encantadora, con una galería de sonrisas y ocurrencias dignas de inmortalizar, un sueño hecho persona, el mejor de todos los personajes que se pudieran haber inventado, ella es única, una guerrera de fina estampa, una hermosa mujer merideña.
